Washington, 7 mar (Prensa Latina) Al menos 23 personas enfrentan hoy cargos de terrorismo doméstico en Estados Unidos por arrojar piedras, ladrillos, cócteles molotov y fuegos artificiales a los policías de la ciudad de Atlanta, en Georgia.
Acorde con reportes noticiosos, los imputados formaban parte de un grupo de manifestantes en desacuerdo con el Centro de Capacitación en Seguridad Pública de esa urbe, en el condado de DeKalb, cuya construcción presuntamente incluye una «pueblo simulado» para que los agentes practiquen redadas.
Tras realizar 35 arrestos, el Departamento de Policía de Atlanta emitió un comunicado donde aseguraba que «un grupo de agitadores violentos utilizaron la fachada de una protesta pacífica para enfrentarse a las autoridades en un ataque coordinado contra equipos de construcción y efectivos del orden».
Acorde con el Departamento de Seguridad Pública de Georgia, los manifestantes trataron de cegar a los oficiales encendiéndolos con láseres verdes en los ojos y usaron neumáticos y escombros para bloquear una carretera.
El jefe de policía de Atlanta, Darin Schierbaum, declaró por su parte que los oficiales usaron métodos de aplicación no letales «para dispersar a la multitud y hacer arrestos», divulgó un reporte de NBC News.
Sin embargo, según el reverendo Leo Seyij Allen, citado por el sitio Democracy Now, la reacción de los agentes fue un violento allanamiento mientras los habitantes de la ciudad se solidarizaban para defender el bosque donde se erigirá el centro.
A su juicio, lo que se persigue es destruir ese ecosistema boscoso para reemplazarlo con la instalación de entrenamiento policial militarizada más grande de América del Norte.
Además del daño medioambiental, muchos activistas desaprueban el gasto que implica la instalación, estimada en unos 90 millones de dólares, y cuyos alrededores son barrios pobres en una ciudad con uno de los grados de desigualdad más altos del país.
En enero pasado, un enfrentamiento entre los funcionarios del orden que desalojaba a los manifestantes del bosque dejó muerto a un joven de 26 años, Manuel Paez, y un policía estatal gravemente herido.
El terrorismo doméstico en Estados Unidos constituye un delito grave que conlleva hasta 35 años de prisión.